Todo es espiritual
Luis Díaz Morales
10/5/20252 min read
Durante siglos, la humanidad ha vivido bajo una creencia profundamente arraigada: la de que el mundo material y el mundo espiritual están separados. Se nos ha hecho creer que lo espiritual pertenece a un ámbito distinto, lejano, reservado a unos pocos elegidos o a otra vida más allá de esta. Esta visión, heredada en gran parte de las religiones institucionalizadas —especialmente de la tradición católica—, ha contribuido a forjar la idea de que la existencia terrenal es un exilio, un tránsito por un valle de lágrimas, y que el cielo, la verdadera morada del alma, se encuentra en algún lugar remoto, fuera de la Tierra y del cuerpo.
Sin embargo, esta creencia en la separación no pertenece a la Sabiduría eterna que ha guiado a los grandes maestros y tradiciones espirituales de la humanidad. Desde la perspectiva de la Sabiduría perenne, el Ser —la Realidad última, Dios, la Fuente o como cada uno prefiera llamarlo— no está separado de su creación. El Ser es a la vez trascendente e inmanente: trasciende todo lo creado porque es su origen, su fundamento y su esencia invisible; e impregna todo lo creado porque es su vida, su energía y su expresión visible.
En su aspecto trascendente, el Ser es anterior al tiempo y al espacio, pura potencialidad, totalidad indivisa, sin forma ni límite.
En su aspecto inmanente, se manifiesta como el devenir mismo, como la danza de la vida desplegándose en infinitas formas. Cada ser, cada átomo, cada pensamiento y cada gesto es una expresión única de esa Vida que se contempla y se reconoce a través de sus propias creaciones.
Por tanto, el mundo material no es lo opuesto a lo divino: es su rostro visible. La materia no es el olvido de Dios, sino su presencia encarnada. Cuando contemplamos el mundo con esta conciencia, comprendemos que no hay nada profano, que todo está lleno de sentido, que incluso lo más cotidiano participa de lo sagrado.
La verdadera espiritualidad no consiste en huir del mundo, sino en verlo con los ojos del alma. En reconocer que el Espíritu no está “en otro lugar”, sino en todo lo que es, en todo lo que vive y respira.
Todo es espiritual, porque todo es Dios expresándose, conociéndose y celebrándose a sí mismo en la danza infinita de la existencia.
Ser Plenitud - Luis Díaz Morales
Coaching psico-espiritual
info@serplenitud.com
© 2025. All rights reserved